sábado, 21 de mayo de 2011

CUANDO EL MARAGATO VOLVIÓ A DAR LAS HORAS

Llevaba ya treinta años parado y en estado de verdadero abandono.

      Evoco hoy a nuestro "compaisano de la torre" cuando, en 1981, volvió a desempeñar su función de "relojero mayor" de nuestra villa.
     Tras medio siglo largo de vida desde que, hacia 1925, don Bernardo Crosa (ingeniero dedicado a la explotación del talco) y don Desiderio Cañón (carpintero de nuestra villa) hicieron posible su existencia, nuestro constante centinela de la torre ha vuelto a desempeñar una de sus funciones primordiales: recordarnos puntualmente el paso de las horas.
     En los últimos años había permanecido en un silencioso letargo, producto entre otras cosas del desgaste de su organismo, pero también debido al abandono en que sus compaisanos le hemos venido sepultando. Mas lo importante es que, hoy día,  ha sido sometido a una revisión "médica" y las piezas de su sistema de engranajes han funcionado de nuevo, en perfecta sincronización con su compañero de empresa: el reloj centenario de la iglesia (que data de 1861).
     Y es que, ya se sabe: O renovarse o morir. ante dicha alternativa, la sensatez de la ciudadanía ha aconsejado lo primero. De esta forma, el mensaje que lanzaba el programa de fiestas de San Roque-81 ha encontrado eco en las personas competentes para llevar a cabo esta operación de puesta a punto. Con ello, la idiosincrasia de nuestro pueblo ha recuperado un elemento importante en la historia del folklore tradicional.
     Pero vayamos a sus promotores. Una vez más, los desvelos de nuestro querido párroco, Don Carlos Santos, han dado el empujón inicial. A partir de aquí, la labor más eficiente ha corrido a cargo del auténtico "cirujano", Lucio Díez (relojero de Boñar) quien, ya en la década de los 70, había atendido a nuestro enfermo cronómetro, hasta el último paro cardíaco. Hemos charlado, precisamente, con él para que nos explique minuciosamente todo este complejo proceso.
     - ¿Desde cuándo llevaba sin funcionar el Maragato?
     - Desde hace unos treinta años, aproximadamente.
     -¿Qué problemas tenía el reloj?
     -Estaba en una situación de notable abandono. Ha habido que desempolvarlo totalmente, realizar ajuste y engrase de piezas y engranajes, asó como reparar algunos mecanismos. En torno a esta tarea, dada mi ocupación profesional, llevo unos dos meses.
     -¿Qué cuidados precisa el reloj?
     -Cada ocho días, necesita el cuidado de una persona no cualificada para darle cuerda (misión que, por el momento, viene desempeñando Antonio Lumbreras, empleado municipal). Aparte, y más ahora, es necesario revisar periódicamente su funcionamiento; y, para ello, se requiere la intervención de una persona entendida, labor a la que yo me he comprometido.
     -¿Qué garantías de continuidad ofrece?
     - Si se esmeran todos estos cuidados, se le puede augurar, en principio, una duración similar a la edad que tiene.
     Por otra parte, hay que hacer constar el interés que ha puesto en esta tarea el propio señor alcalde, don Pablo Hossany Baro. Fruto de este empeño, ahí queda patente la colaboración de los empleados municipales en el acondicionamiento de los accesos a la torre, la pintura del Maragato y el alumbrado del mismo y de la esfera del reloj.
     Esta es, pues, la noticia que más nos alegra en la actualidad: el MARAGATO ha dejado de estar en el "paro obrero" (situación tan tópica y, desafortunadamente, frecuente en nuestros días). al propio tiempo, este acontecimiento nos hace recordar la letrilla primitiva, alusiva a su genealogía:
Maragato, Maragato,
que estás hecho de peral;
de las hijas de "Siderio"
eres hermano carnal.
     Y nos atrevemos a completarla personalmente, de acuerdo con la misión recuperada por el Maragato:
Eres, con toda justicia,
el "relojero mayor"
y, en lo alto de la torre,
nos avisas con tu son.
Ojalá que, en mucho tiempo,
no pare tu corazón
y sincronices tu esfuerzo
con las horas del reloj.

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