jueves, 21 de noviembre de 2013

TRAS LOS RASTROS DEL JABALÍ


 
Grupo de cazadores de SOCABO (Museo de la Fauna Salvaje, 2012)
 
 
      Aunque nunca he sido ni pescador ni cazador, quiero rendir mi pequeño tributo al grupo de compaisanos que integran la SOCIEDAD DE CAZADORES DE BOÑAR (SOCABO), cuya página web podéis encontrar en mi LISTA DE BLOGS (clubsocabo@gmail.com).
 
      En nuestra revista PORMA, sección INVESTIGACIÓN Y SOCIEDAD, el grupo motor de la misma publicó un artículo que nos viene muy a propósito ahora que está abierta la veda y los paisanos de SOCABO organizan sus cacerías y batidas del jabalí. A ellos, pues, dedicamos este trabajo de investigación que los alumnos hicieron en el curso 1.988-89.
 
 
 
TRAS LOS RASTROS DEL JABALÍ
 
 
      "¡Por fin han vuelto las lluvias! El bosque había empezado como a envejecer por falta de agua. Animales como el JABAJÍ han tenido que esperar en las umbrías más cerradas a que se humedeciera el ambiente, para hacer sus correrías en busca de alimento. Una jabalina con sus tres crías, que han conseguido sobrevivir a la larga sequía, arañan las primeras capas del suelo con sus hocicos.
 
      Normalmente, las hembras no dejan solas a sus tres o cuatro crías, ya que, tras los primeros meses posteriores al parto, se juntan distintas hembras con sus respectivos rayones y forman piaras de numerosos individuos. Así, cuando las madres deciden volver a sus juegos nupciales con los machos adultos, los jóvenes que forman una misma piara se mantienen en este otoño e invierno juntos. Esta será la única época en que machos y hembras adultos se unan por parejas porque, después, es la madre sola la que se prepara para el parto y, posteriormente, se ocupa de la cría, cuidado y enseñanza de sus rayones.
 
      El jabalí es un animal huidizo. Sus sentidos más desarrollados son el oído y el olfato; con lo cual, si en uno de esos recorridos campestres de otoño vas con la intención de ver alguno, es bastante improbable que lo consigas. Mucho antes de que puedas alcanzarlos con la vista, ellos te han oído y son capaces de desaparecer, de la forma más sigilosa e inapreciable. Más probabilidades puedes tener esperándolos en algún punto de su recorrido. Suelen utilizar una serie de caminos establecidos, que podrás distinguir por las plantas aplastadas, huellas y ramas rozadas a la altura de sus costados. Para estos casos, la hora es importante, ya que la probabilidad de verlos es mayor en los momentos de máxima actividad, al amanecer o al anochecer. Lo que sí podrás encontrar con facilidad son sus propias huellas o señales.
 
 
 
Mi sobrino, PABLO MANUEL, con un verraco bien armado
 
 
      Las huellas cerca de las charcas o en suelos húmedos serán fácilmente reconocibles, porque el jabalí es un artiodáctilo que deja una huella muy característica, marcándose las dos uñas delanteras y, en su parte posterior, dos pequeñas marcas de las uñas laterales. La huella de un macho adulto es diferenciable por su mayor tamaño; el peso la deja más marcada.
 
      Una señal típica de existencia de jabalí son las famosas hozaduras, una de sus formas habituales de conseguir alimento. suelen formar surcos irregulares, desde cortos hasta surcos de bastante longitud. Otras veces, levantan toda una zona sin forma definida.
 
      Al jabalí le pueden servir de baño las charcas, donde se reboza con el agua y el fango que produce. Otras veces, en laderas o zonas húmedas, aparecen revolcaderos como de 1,5 metros por un metro, y de veinte a treinta centímetros de profundidad; se ve el barro removido, las señales de las cerdas e, incluso, pelos sueltos. En los troncos de los árboles, aparecen manchas de barro donde frotan todo el cuerpo con el fin de despojarse de parásitos externos.
 
      Los jabalíes, para descansar, utilizan unas camas que son fáciles de encontrar, ya que se sitúan generalmente en las zonas arbustivas más intrincadas. Equivalen a lechos, del tamaño del jabalí, y se aprecia la vegetación tumbada. Para asegurarse, conviene fijarse si, cerca de ellas, aparecen huellas o excrementos, pues a veces pueden confundirse con las de venados, gamos, etc.
 
      Por último, una señal típica que te avisará de la presencia del jabalí son los excrementos. Podrás distinguirlos por su forma irregular, redondeada, de hasta siete centímetros de diámetro, formando un aglomerado de partes, también irregulares. Suelen encontrarse cerca de zonas de alimentación o descanso y no será raro diferenciar en ellas los restos de cáscaras de bellota, tan importante en su alimentación."
 
 
 
Vista panorámica de Valdehuesa
 


 
 
 

 

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