OTOÑO en el Pantano del Porma y en la Plaza del Negrillón.
Llegados a estas fechas del calendario, no puedo dejar de referirme a mi "estación preferida" por infinidad de motivos (algunos ya comentados en otras entradas del blog). Y es que esta etapa del año me subyuga, al tiempo que me transmite armonía, sosiego y creatividad. Para los habitantes del hemisferio norte, es el período de tiempo que se sitúa entre el 21 de septiembre (equinocio de otoño) y el 21 de diciembre (solsticio de invierno). Etimológicamente viene del latín ("auctus annus"): aumento o plenitud del año.
Bello cromatismo en la vegetación arbórea.
Su atractivo reside probablemente en que, dentro del momento socio-político convulso y agitado de nuestros días, el otoño nos proporciona los medicamentos apropiados para superar el estrés: equilibrio sin estridencias; serenidad ante las tensiones; cromatismo ante la monotonía... Todos estos matices, y muchísimos más, nos los regala desinteresadamente la MADRE NATURALEZA en la estación otoñal.
Musicalmente hablando, me viene a bote pronto aquella vieja canción de "cuando llegue septiembre, todo será maravilloso". Meteorológicamente, no tenemos que sufrir temperaturas extremas (de frío o de calor). Sociológicamente, recuperamos la normalidad después de las vacaciones (escolares, laborales, políticas...). El otoño no sabe de excesos; es moderado, tranquilo, prudente, soportable... ¿Hay quien dé más?
La otra tarde, paseando por los parques capitalinos, pude experimentar todas estas sensaciones relajantes en contacto con una naturaleza que invita a la reflexión sosegada y oxigenadora en medio de tanta prisa y agitación desquiciantes. Tenemos que volver al "beatus ille" horaciano para curarnos contra la saturación de problemas. Una solución, puede ser el OTOÑO.
OTOÑO EN EL "PARQUE DE LA GRANJA"
TARDE OTOÑAL EN "LA CANDAMIA Y LAS LOMAS"
OTOÑO EN "PICO CUETO" Y "LA SALONA"
Canción apropiada
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