lunes, 20 de febrero de 2017

INCOMUNICACIÓN, A PESAR DE LOS MÓVILES


Los niños escuchan al entrenador

              
       Coincidiendo con la llegada de los teléfonos móviles, yo solía decir a mis alumnos: "estamos muy informatizados, pero poco informados"; y también les recriminaba: "estáis pulgarizando el idioma... únicamente usáis el dedo PULGAR y los demás se os están quedando atrofiados" (debido al uso abusivo que hacían de los SMS). Los ordenadores y las nuevas tecnologías son un arma de doble filo en manos de los niños y adolescentes, y los aparatos electrónicos han creado una adicción preocupante (como todas las adicciones). Por eso ÁLVARO ha tratado el tema en su columna periodística LA LIEBRE con el título HAY QUE HABLAR. Escuchémosle (perdón, leámosle).













     "Llevan más de diez minutos sentados en los primeros peldaños de las escalerillas de piedra que dan al archivo histórico. Son tres guajes vestidos casi idénticos, con esa apariencia manufacturera que hace que el esfuerzo de diferenciación de la adolescencia acabe en la uniformidad más absoluta cuando se agrupan. No interactúan entre ellos, ni cruzan apenas una mirada o un gesto en todo el tiempo. Sólo mueven los pulgares de forma compulsiva, mientras miran la pantalla del teléfono que tienen en las manos. Ni una palabra. Nada que denote relación. Miro a la derecha por si la pareja de mediana edad que toma el café en silencio en la mesa de al lado se ha dado cuenta de la escena de incomunicación, pero están también abismados en sus smartphones. Para no quedarme solo yo también, desbloqueo el móvil y entro en Twitter.

       Me topo con que la conversación se muere y que eso nos deshumaniza, según explica Isabel F. Lantigua en un excelente reportaje en El Mundo. La sentencia se apoya en el estudio convertido en libro de Sherry Turkle, profesora del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que ha llegado a comprobar cómo los estudiantes prefieren darse descargas eléctricas antes que estar a solas con sus ideas. Me viene a la cabeza el personaje de Milán Kundera cuya tía soltera, ya muy mayor, hablaba sin parar para hacer pasar el tiempo, que es la cosa más difícil del mundo de conseguir. Quizá por eso no hablamos ni siquiera con nosotros mismos, que es por donde debemos empezar. Pero, en lugar de aprovechar esos ratos a solas, sacamos el móvil del bolso en las fases en rojo de los semáforos, en las pausas de la publicidad y en los tanatorios. En esos momentos, el teléfono actúa como un placebo para hacernos compañía cuando, en realidad, nos aísla porque nos separa de lo cercano. No conversamos con los que están a nuestro lado y nos incapacita para empatizar con ellos: escucharlos, ponernos en su lugar, entenderlos.

       Yo, que no callo ni dormido, me acabo de sorprender con el móvil en las manos, con la familia sentada en la mesa para cenar, sin haber dicho ni una palabra aún cuando ya vamos por el segundo plato y loco por encontrar cómo enviar esta columna a tiempo a la redacción. "No tenemos wifi, hablen entre ustedes", reza la pizarra que hay a la puerta del bar. Llego a tiempo a oír que mi hijo pequeño cuenta que tiene diez novias.

       Tenemos que hablar".



La FUENTE DE LA SALUD (Boñar)




  

4 comentarios:

Arsenio Llamazares Ugena dijo...

Grandes verdades las que has dicho. ¡Ay, si yo te contara las anécdotas (tristes) de que he sido tetsigo con ese mismo argumwento. No me cabe duda de que hemos llegado a la "generación de idiontas" que preconizó Einstein. Peor nos e olvide que lo que se siembra..
Santa Teresa de Jesús pedía a sus monjas que fuesen "conversables". Ojalá lo fuésemos todos.
Feliz día

Pedro Caballero Rodríguez dijo...

Gracias, Arsenio, por tu seguimiento y tus palabras atinadas. Un saludo muy cordial.

Anónimo dijo...

Ya sabeis que la estupidez humana no tiene limites. ke pena toda la informacion que nos ofrece la tecnologia y no sabemos usarla bien . Bonitas fotos .animo y aseguir asi

Pedro Caballero Rodríguez dijo...

Gracias por los apoyos que me das y... saludos, paisano/a anónim@.