jueves, 5 de octubre de 2017

EL PANTANO SE ENCUENTRA EN HORAS (AGUAS) BAJAS



El PANTANO DEL PORMA en el último mes (zona de LAS CUEVAS).

El MURO en aguas bajas


       La situación de los embalses leoneses, como el panorama político social, es altamente preocupante. La ausencia pertinaz de lluvias nos dibuja un otoño seco y con temperaturas más altas de lo normal, lo que preludia un futuro inmediato de restricciones hidrológicas, perjudicial para el campo y la salud de las personas. Habrá que organizar las tradicionales ROGATIVAS y encomendarse a la VIRGEN o SANTO de turno, para que nos echen una mano.
       Al hilo de la situación, le cedo una vez más la pluma a mi hijo ÁLVARO que, con el título  MEMORIA DEL AGUA en su columna periodística, nos hace una reflexión muy campechana en recuerdo de los que tuvieron que abandonar un día su pueblín natal.



Un pescador prepara su APAREJO en el mirador cercano al embalse


       "¿Cómo sabrá aún el río que tiene que ir a buscar el ojo por debajo del puente a la entrada de San Pedro de Luna? ¿Quién le habrá contado que debe reescribir el codo que trazaba antes de la tablada de Genara, donde le gustaba pescar a Nardo cuando todavía remoloneaba el sol y las truchas se cebaban descuidadas? Cuándo se acordó de que tenía que esperar por el arroyo que surcaba Lagüelles, al que ya sólo saluda el viento enhebrado en el hueco de la espadaña de la iglesia, sin campana que tañer? ¿Por qué todavía halla el Luna a tientas el lecho que construyó su cauce y que, como avisó Ortega, terminó por esclavizar al río?

       No hay memoria más persistente que la que construyó el agua, como se ha empeñado en recordar la sequía que desnuda el mapa perdido de los 16 pueblos que quedaron sepultados por el embalse; espejo de los 9 que penan bajo la lámina de Riaño, descorrida este verano hasta agrietar el sellado del antiguo cementerio; y los ocho que duermen en el valle de Vegamián engullidos por el Porma, entre los que se cuenta la cuna de Utrero en la que se meció mi abuela Rogelia. Por ahí vaga Pedro Páramo como cuando entró en Comala. El descuido del agua en revelar lo que quedó en las artesas de sus valles se ha convertido en un espectáculo: curiosos que profanan el arranque de la escalera de caracol de la torre de la iglesia de Miñera; vecinos que buscan sus huellas en los caminos de vuelta a casa; descendientes que adivinan entre la tierra cuarteada la linde de piedra, orgullosa aún en pie, de las fincas de las que les hablaron sus abuelos; paisanos que se pasman ante la visión de las salgueras sin corromper tras 61 años de agua, ante las salgueras que muestran el corazón en el que hacían el nido los búhos y crepitaban las alas de las corujas, ante los robles que saludan a los vivos con sus troncos mutilados como fantasmas.

      No estaría mal que se dieran un paseo los que Páramo y vegas adelante siempre han reclamado el agua como un derecho sin saber lo que costó, los que todavía riegan a manta con ansia sin modernizar, los que engañaron a los leoneses que vemos correr el cauce Canal de Castilla adelante para saciar su progreso. Puede que nos ayude a recordar de dónde venimos y a decidir qué destino queremos. León, ante la imagen de su espejo, se encuentra con el dilema de Pedro Páramo: se ve muerto y aún no lo sabe. El agua nos devuelve la memoria que perdimos."



ECOS DE PRENSA EN EL DIARIO DE LEÓN


(30 de septiembre de 2017)




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